Para Sandra
Soñaste que tus pasos andaban solos y te llevaban a él. Tu mente resistía para que su rostro no se alejara más.
Al despertar ¿Cuántas veces sellaste tus puños con la loca idea de tapar toda tu tristeza? ¿Cuántas otras, en tu desesperación, echaste una ojeada a tus dedos, uno por uno, como si en ellos consiguieras explicación? Sin respuesta, solo conseguiste cerrar dolorosamente tus ojos.
Quizá no tengas la más planificada intención de sentirte en una jaula, presa de ti misma. Pero mañana, tus pasos no necesitarán de la voluntad del sueño; en ese momento andarán solos y te llevarán a un punto, donde sin que puedas evitarlo, de tus labios brotarán las palabras exactas para decirle que lo dejas ir.
Esos llantos incontrolados pronto se mudarán y la sonrisa se fijará en tus mejillas. Esa expresión de dulzura postergada retornará a su lugar hoy ausente